jueves, 14 de abril de 2011

Dharma, El Propósito de Vida

Si fuéramos capaces de recordar los momentos previos a nuestra concepción, vendría a nuestra memoria que antes de nacer teníamos una forma de existencia no física de gran inteligencia, y con mucha seguridad, justo en los instantes previos a iniciar esta experiencia física, debíamos habernos sentido muy excitados con la idea de lo que estábamos a punto de experimentar, la encarnación del espíritu.

En el Hinduismo, el dharma refiere al deber ético y religioso que cada cual tiene asignado según su determinada situación de nacimiento.

Haciendo uso de nuestra fascinante capacidad de imaginación y en absoluta sintonía con muchas de las actuales corrientes filosóficas de pensamiento existencial, creo que sería razonable advertir con cierta claridad, cuáles pudieron haber sido los impulsos que moldeaban el ansía de venir a este mundo. Naturalmente, esos impulsos a los que me refiero son derivados de la encomienda que nos habíamos determinado experimentar en este plano físico, pero, mas allá del móvil, estoy convencido que teníamos muy claro cuales experiencias habíamos decidido materializar durante nuestra estancia en el mundo físico, y para ello, sabíamos exactamente el matiz de las circunstancias del entorno que privilegiarían alcanzar dichas metas,  me refiero al tiempo, lugar, seno familiar, talentos, limitaciones, en fin, todo tipo de información, hasta el ultimo de los detalles. Esas circunstancias poseen sin duda una inteligencia arquitectónica diseñada por todos y cada uno de nosotros antes de la concepción, con el objeto de garantizar las condiciones propicias para llevar a cabo la única razón de existir en el mundo, es decir nuestro propósito de vida.

Nacemos sin memoria reencarnativa
Sin embargo siendo tan importante llevar a cabo este propósito de vida, la interrogante que nos hacemos casi en automático es, porqué no conservamos nítidamente el recuerdo de la razón que me trajo aquí y ahora, la consideración que en alguna ocasión leí al respecto y que me ha dejado razonablemente convencido es la teoría de la memoria reencarnativa, y sustenta que, el descubrir tu propósito personal de vida, eso, también forma parte del plan maestro (me refiero al camino hacia la perfección), y para ello, nacer sin la llamada memoria reencarnativa, nos permitía llevar a cabo nuevas experiencias físicas sin tener que acarrear traumas o condicionamientos de nuestras vidas anteriores.


Sea cual sea la razón de existir de este misterio, lo sustantivo de esta reflexión es que no importa donde naciste, bajo que condiciones materiales, en que medio social, con cuales talentos y deficiencias, lo más importante es que esa circunstancia inicial de vida fue elegida nada menos que por nosotros mismos, en algún momento previo a nuestro viaje a este plano físico, de tal forma que lamentarnos por lo que no tenemos o pero aún, ser indiferente a las circunstancias que nos favorecen, es en principio, una elección mental que nos aleja de descubrir el tan anhelado propósito. 

No encuentro ni un solo argumento que a mi forma de concebir nuestra existencia, me lleve a pensar que nacemos sin un propósito de vida que descubrir, y que si nacemos ricos o pobres, altos o bajos, negros o blancos, sea solo un accidente de la creación. todo tiene una explicación precisa, una razón que al dejar esta vida volvemos a recordar con absoluta nitidez, y creo que al reingresar a ese plano no físico del que alguna ocasión  partimos, inmediatamente validamos lo que logramos en vida, experimentando un profundo placer o una pesada frustración, dependiendo, si tuvimos o no, la suficiente sensibilidad en vida para tomar los recursos que se encontraban a nuestro alcance y los utilizamos adecuadamente; un juicio que sucede en aquel lugar que ciertamente en vida resulta ser todo un misterio intentar tan solo entenderlo, pero que en lo profundo de mi ser, siento que es tan real, como el ordenador en el que estoy redactando las últimas líneas de esta reflexión.

Por lo anterior sugiero tomar en consideración lo siguiente:

1) Presta suficiente atención a tus talentos, habilidades, capacidades, ventajas y oportunidades que rodean tu experiencia de vida, porque son las pistas de inicio que deberás tener en cuenta para desdoblar una misión.

2) Sé consciente de tus áreas de oportunidad y desventajas pero no desgastes energías cuestionando los porqués de las cosas que no te gustan, en vez de ello pregunta los para que.

3) Identifica cuales actividades puedes desempeñar en el corto mediano y largo plazo que  favorezcan el uso del mayor número de los factores mencionados en el punto uno.

4) Finalmente asegúrate de que hagas lo que hagas, tengas la posibilidad de servir en una forma u otra a los demás.

Nota Importante: El artículo aquí presentado no lleva como finalidad cuestionar ni mucho menos poner en duda ninguna creencia de tipo religioso, se trata solo de un planteamiento desde una angulo existencial que nos permite focalizar argumentos que coadyuven, por una lado, a no claudicar en la lucha por encontrar tu propósito de vida (Dharma) y por otro, considerar algunos puntos de vista que nos permitan no flaquear ante la adversidad, reconociendo, que hasta de las situaciones mas angustiantes existe una dosis de aprendizaje y experiencia cuya razón de ser tarde o temprano se nos aparece frente a nuestros propios ojos. Escribo sobre el tema estrictamente bajo ese tenor, no solo porque creo en ello, además, lo siento, y lo vivo día a día, aunque como humano que soy, el recordarlo y compartirlo también llega a ser un recurso que fortalece para no ceder ni en los momentos mas difíciles.

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